Compañerismo, ilusión y oratoria

24 de febrero de 2019
Estudio y formación Brillar
Compañerismo, Ilusión y oratoria

Esta es la crónica de Sergio García Rosa, que junto con Eduardo Hernández quedaron subcampeones del III Torneo BP Aquinas-Roncalli, celebrado este fin de semana en nuestras instalaciones y en las del CMU Roncalli. Los ganadores fueron la pareja del equipo de la UCM.

El viernes a medio día comenzaban a llegar muchos coches y caras nuevas al Colegio. Sus rostros transmitían ilusión, alegría y nervios, muchos nervios. Alrededor de cuarenta y seis equipos iban a debatir en el torneo, de los cuales cuatro pertenecíamos al club Aquinas-Roncalli. Todos éramos nuevos en este mundo y este era nuestro día, en un torneo únicamente para los que era nuestro primer año debatiendo.


Fuimos todos a la iglesia para escuchar el acto de inauguración que protagonizaron el director y la directora de los colegios organizadores, Ignacio Antón y María Ángeles Martín. Tras la inauguración del torneo, venía el anuncio de la primera moción que debatirían muchos jóvenes por primera vez de forma oficial, durante el primer día solo debatiríamos dos rondas de las 5 que componían la fase principal del torneo. Se oían muchos murmullos, risas y móviles preparados para fotografiar la moción. La primera moción traía sorpresa, infoslide. Comenzamos con un tema dedicado al mercado de los transportes interurbanos, un asunto muy interesante con la que los equipos demostraron sus habilidades y conocimientos del funcionamiento de la economía y del sector servicios. Tras la primera moción ya comenzábamos a conocer a muchos de nuestros compañeros que venían de ciudades como Córdoba, Málaga, Sevilla y un largo etcétera.

En el anuncio de la segunda moción, última del día, se notaba mucha más tranquilidad, el miedo y los nervios ya había desaparecido en gran parte, y entre todos poníamos en común las ideas que habían salido en nuestra sala formada por cuatro equipos. En esta ronda hablaríamos de un nuevo partido político que estaba teniendo mucha repercusión en la sociedad española y medios de comunicación. Acabamos a las nueve de la noche y todos sabíamos que el día siguiente iba a ser un día duro y prometedor.


Durante la mañana del segundo día terminó la fase inicial del torneo, con tres rondas en las que se debatió sobre el voto obligatorio, delitos en delincuentes primerizos y el sentimiento nacionalista. La evolución de los equipos y la calidad de los debates incrementó en gran medida en comparación con el primer debate, todo esto por la desaparición de nervios y los numerosos consejos por parte de los jueces.


Tras comer en el Aquinas, nos desplazamos al Roncalli para conocer el break (equipos que pasaban a semifinal), y por suerte, uno de nuestros equipos estaba entre los ocho mejores equipos de la fase inicial, fue una gran noticia para nosotros. En la semifinal nos enfrentaríamos frente a la UAM, Politécnica y URJC, y debatiríamos sobre si un Estado debería mantener al menos un banco público bajo su control. Una moción compleja que nos costó plantear durante la preparación previa al debate, pero hubo buenas noticias, nuestro equipo, el Aquinas 1, había pasado a la final del torneo junto a UCM 1, Politécnica y Jaime-Vedruna.


En la final debatiríamos sobre si la autoproclamación de Guaidó sería perjudicial para Venezuela. Un debate muy intenso que acabó con buenas sensaciones pero que finalmente tras la deliberación y votación de los jueces el equipo de UCM ganó por 3 votos a 2 frente a Aquinas 1.


Fueron días muy intensos, llenos de ilusión, risas y alegrías en los que vimos a muchos jóvenes de nuestra edad involucrados e informados de las principales preocupaciones del panorama mundial como nacional y que demostraron que el futuro de España es prometedor. No podíamos olvidarnos de todo el staff formados por colegiales del Aquinas y Roncalli, y de la labor tan importante que llevaron a cabo, ni de los jueces y adjudicador Javier de la Puerta que hizo que el desarrollo del torneo fuera fácil e ilusionante. En definitiva, un gran torneo, con muchas alegrías y recomendable sin lugar a duda.

Sergio García Rosa